Hace ya tiempo que les hablé de ''La educación prohibida'' aquí, una película-documental que ha revolucionado totalmente el mundo de la educación y de la cual se pueden extraer infinitos aprendizajes. Hoy, meses después, la retomo para compartir en este rinconcito todas las reflexiones que me planteé con este documental, que espero les sean de utilidad para pensar, contrastar y debatir con la misma finalidad por la que fue creada esta peli: cambiar la educación.
PARTE I
La primera idea con la que aplaudí esta película fue ''no es el estudiante el que fracasa, es el sistema que está mal planteado'', ¡bravo! Es un problema de concepción de la educación lo que ha desembocado en altos porcentajes de fracaso y abandono escolar, siendo bastante más responsabilidad de la estructura educativa que del propio alumno. Como bien expresan en el documental, las aulas se han convertido en espacios de tedio y aburrimiento que solo buscan el desarrollo curricular, enseñando a los niños a callar y a obedecer. La mayoría de sistemas educativos actuales, efectivamente, no han cambiado al mismo ritmo que la sociedad. Esa insistencia en utilizar escalas estandarizadas de calificación en las que un número te describe como persona son obsoletas y no válidas, ¿por qué un número?, ¿por qué no utilizar palabras? ¿Se necesitan realmente exámenes y calificaciones? ¿O un seguimiento de su desarrollo bastaría?
Otro de los aspectos llamativos ha sido el qué y para qué se educa. Se habla de paz cuando las escuelas en ocasiones se convierten en lugares de entrenamiento para la competición, y la competencia ''es el inicio de una guerra''. De igual manera, como bien expresa una de las educadoras, ''¿cómo educo las emociones de mis alumnos si en la facultad no me lo nombraron nunca?'', otra muestra más de la poca importancia que se le da al mundo emocional en el aula, el cual debería estar a la orden del día, trabajándolo continuamente, puesto que los colegios son lugares de entrenamiento personal y no de adiestramiento, ¿o acaso se pretende educar a personas dóciles, obedientes, conformistas? La educación es la mejor herramienta para cambiar el mundo, pero también es útil para formar trabajadores y mantener la cultura, el sistema y la sociedad tal cual está, siendo los centros educativos fábricas de ciudadanos obedientes, consumistas y eficaces donde, poco a poco, las personas se convierten en números y estadísticas, empeñándose en que todos deben tener y querer que hacer lo mismo, y el que no, se va. Por tanto, es cierto que ''al Estado no le preocupa el niño como persona''.
Y es entonces cuando surge la pregunta maravilla: ¿qué es una buena educación?, pues claramente, aquella que logra una buena calidad de vida, no aquella que te obliga a aprender cosas para aprobar exámenes que son poco necesarias en la vida diaria. Por tanto, los docentes debemos ser educadores, no enseñadores, capaces de desarrollar las potencialidades de cada niño. El niño imagina, pregunta y fantasea, pero en la escuela enseñan a callarlo, y ellos se hartan de que le digan siempre qué debe y qué no debe hacer... y los grandes de la humanidad han sido grandes soñadores. El arte y la expresión de la creatividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje es fundamental. Y sin embargo, cae en el olvido.
Todos somos conscientes de que los niños actúan usando todos los criterios de la investigación y estos son capaces de construirse a sí mismos explorando, absorbiendo la cultura, y si siguieran haciéndolo de por vida serían grandes artistas, grandes científicos, ya que si no se disfruta del aprendizaje y no hay curiosidad o voluntad, no hay aprendizaje, y lo que tengamos que aprender ha de hacerse siguiendo un proceso continuo de acción-cognición, ¡empezando siempre por la acción! Hay que permitir que los alumnos experimenten y se corrijan a ellos mismos, puesto que los errores son siempre un buen símbolo y señal de que se está avanzando en el aprendizaje.
¡¡LEE LA PARTE II AQUÍ !!
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