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Cuentos del mundo II: AUSTRALIA

¡Segunda entrega de esta recopilación de cuentos populares nacidos en otros lugares de nuestra Tierra! 
Para aportarle un granito de arena al proyecto sobre Oceanía que está llevando a cabo María del blog Las manualidades de mis niños, el cuento de hoy, cómo no, nos visita...¡desde AUSTRALIA!

La rana Tiddalik



Tiddalik era una rana australiana gigante, tan grande que hacía temblar la tierra a su paso. Era una muy glotona y malhumorada, tanto que cuando se enfadaba podía hacer caer hasta una montaña.

Un día se levantó de muy mal genio... y con mucha sed. Por eso, decidió buscar algo de beber. Así, empezó por beberse un lago, ¡pero éste se terminó muy rápido y como más sed tenía, más se enfadaba Tiddalik!

 Siguió bebiendo y bebiendo, primero un río... ¡luego un mar! y finalmente, ¡un océano entero hasta que no quedó ni una gota de agua en toda la tierra! Después de todo lo que había bebido, se sintió cansada y fue a tumbarse.

Pero lo que había hecho Tiddalik creó un enorme problema. Los animales de la tierra empezaron a desesperarse, ¡ya que sin agua no podían vivir y empezaban a acabársele las fuerzas! Para buscar una solución, se reunieron todos y decidieron ir a pedirle buenamente a Tiddalik que les devolviera el agua que tenía en su barriga, ¡pero ella estaba dormida!

Lo intentaron el canguro, el dingo y la cacatúa, pero ninguno de ellos consiguió que Tiddalik abriera los ojos y cambiara de opinión. Entonces, la pequeña comadreja dio una gran idea al grupo:

- ¡Ya śe lo que hay que hacer! ¡Tenemos que hacer reír a Tiddalik! - dijo entusiasmada – si conseguimos que ría sin parar, toda el agua de su barriga saldrá.

Con esa idea, todos los animales muy animados se fueron a ver a Tiddalik. Casi no tenían fuerzas porque estaban muertos de sed y les hacía mucha falta la energía que les daba el agua, pero hicieron un gran esfuerzo para hacer reír a la rana: las cacatúas contaron chistes, los canguros hicieron unos saltos de circo, el lagarto puso sus caras más graciosas y sacó la lengua… Pero todo fue inútil, Tiddalik ni siquiera abrió un ojo.

Entonces fue cuando apareció la anguila, pidiendo que le dejaran probar su estrategia. Empezó a moverse por encima de la rana, arriba y abajo, muy rápido y dando vueltas. ¡¡De repente, Tiddalik empezó a reírse un poquito, y cada vez más fuerte, hasta que un chorro de agua empezó a salir de su boca!!

Los animales vieron cómo gracias a las cosquillas de la anguila, Tiddalik sacó toda el agua, ¡pudiendo todos volver con su vida y recuperar las fuerzas!

Es por eso, que ahora los nativos australianos miran las ranas en el río, y si beben mucha, mucha agua, es porque se acerca una época de sequía.


 Extraído y adaptado desde http://jk-cuentos-populares.blogspot.com.es

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