El manejo y la regulación emocional es la habilidad más compleja y con la que damos por finalizada la #SemanadelaEducaciónEmocional en el blog. Sin duda, con actividades muy enriquecedoras y profundas para desarrollar esta capacidad tan importante como necesaria.
¿Qué puedo hacer para calmarme? Esta puede ser la pregunta en cuestión para
iniciar un debate de filosofía para niños en el que se traten ideas y propuestas para
manejar las emociones cuando estas nos invaden y se necesita la calma, especialmente
al tratarse de la ira o la tristeza. Todas las ideas que surjan se pueden analizar
conjuntamente y, por votación, seleccionar aquellas que parezcan más sensatas. Estas
ideas para calmarse cuando se sientan enfadados o tristes pasarán a formar parte de un
mural colgado en la pared (con ilustraciones, a ser posible) al que acudir cuando se
necesite encontrar la tranquilidad emocional tras una situación conflictiva.
Cuando estoy enfadado. Este cuento de la editorial SM narra lo que le sucede
a su conejo protagonista cuando se siente enfadado, como su título indica, las causas
que lo producen y también cómo consigue autorregularse y calmarse tras esa
emoción. Una historia mediante la cual iniciar a los niños en la habilidad de manejo
emocional especialmente cuando se trata de emociones no beneficiosas o negativas.
El semáforo. Esta técnica relaciona los colores del semáforo con acciones a
seguir para calmarse en situaciones de pérdida de control emocional. El docente
realiza un mural con un semáforo grande en horizontal al alcance de los niños,
escribiendo los siguientes pasos en cada luz. El rojo significa alto, para el cuerpo; el
amarillo piensa alternativas, respira tranquilamente y toma conciencia de la situación
y la emoción, y por último el verde, adelante, pon en práctica la mejor solución. Estas
son, en líneas generales, las tres acciones por las que debe pasar el niño ante
situaciones de desborde emocional para lograr regularse, y por tanto al introducir el
elemento en el aula debe informar a los pequeños de cuál es su función y cuáles son
las pautas a seguir para lograrlo: primero rojo, después amarillo y por último verde. A
él pueden acudir los niños que lo necesiten, ubicándose delante del círculo de color
que refleje el estado en el que se encuentra en el proceso de autocontrol.
El zumo de naranja. Con las luces atenuadas y música clásica de fondo (se
recomiendan compositores como Mozart), se tumban los niños en el suelo boca
arriba. Una vez así, el docente comienza a contarles que son una gran naranja que ha
de exprimirse para hacer zumo. Para ello, se tendrá que utilizar todo el cuerpo y toda
la fuerza que se posea mediante la técnica de tensar-relajar los músculos. Cuando se
tensa, se está exprimiendo, y cuando se relaja, el zumo cae hacia el recipiente. Se
comienza con los pies y luego yendo más arriba, por las piernas, la barriga, los brazos
y acabado con las manos y la cara.
Busco mi equilibrio. Este es un ejercicio de autocontrol y calma. Se trata de
jugar a mantener el equilibrio de algo en la cabeza (como un libro, una goma, un
peluche... depende de la dificultad que se quiera dar a la actividad), para lo cual es
necesario caminar despacio y respirar lento. Se puede elaborar un pequeño recorrido
en el aula para llegar a la meta, que sería el equilibrio interior producido por la calma
de aminorar el ritmo del cuerpo, que en ocasiones es inadecuado.
Marionetas resuelve-problemas. Se trata fundamentalmente de resolver
conflictos pero, en lugar de hablarlo cara a cara y personalmente, hacerlo mediante
marionetas para facilitar la expresión de los alumnos ante una situación difícil.
La rueda cariñosa. Esta dinámica consiste en sentarse todo el grupo formando
una rueda de manera que se le de la espalda al compañero de atrás y se tenga en frente
la del compañero de delante. Así, es posible que todos realicen un masaje suave en su
espalda, pasándoles las yemas de los dedos delicada y cariñosamente.
¡Adiós miedo! Esta actividad consiste en inventar y representar una obra de
teatro en la que los protagonistas sean elementos que den miedo a los niños para
facilitar a su superación. Así, si cada niño se pone en el papel del elemento que le
causa esa emoción y lo interpreta, es posible que poco a poco le pierda el temor.
Sawabona. Consiste en poner en práctica una costumbre llevada a cabo por
una tribu africana que piensa que cada ser humano viene al mundo como un ser
bueno, pero que a veces cometen errores. Cuando alguien hace algo perjudicial o
errado, la persona en cuestión se sitúa en el centro y los compañeros lo rodean.
Durante un tiempo, le dicen todas las cosas buenas que la persona ya ha hecho,
uniéndose todos para levantarlo y para reconectarlo con quien es realmente: “Yo soy
bueno”. Se acaba diciendo sawabona, que quiere decir: yo te respeto, yo te valorizo.
Eres importante para mí.
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