El cuento que les voy a compartir hoy
tiene un matiz muy especial.
Porque no es un cuento cualquiera,
ni un cuento normal.
Léelo, reléelo y acuérdate bien
porque la próxima semana...
¡lo retomaremos otra vez!
La bufanda humanitaria
Ana Gracia
Ilustración de Patrice A. Blanco |
Las hermanas Pascualini, tejedoras como ellas ya no hay. Una derecha, la otra zurda, cada una con una aguja tejen el mismo saco y veinte gorros mientras esperan que hierva el agua para el té. Ellas son así: tejen a la par y si una empieza a hablar, la otra la idea la va a terminar.
– ¡Vení Torcuato…! -dice Eulalia.
–…a desovillar un rato -completa Flavia.
Y por la ventana aparece el ayudante, un gato especialista en ordenar la lana por color, meterla en los canastos, hacer trencitas con las uñas y la punta del bigote, ovillar con las patitas delanteras y desarmar un tejido con la patitas traseras.
– Se escapó un punto, necesito…
–…tu ayuda lindo gatito.
Y Torcuato ataja con la lengua a ese punto travieso que trae dolores de cabeza a muchas tejedoras que no tienen un gato experto en hallar puntos invisibles, saltarines, incorregibles y colocarlos en el lugar del tejido del que se ha ido.
Las tejedoras Pascualini han ganado una merecida fama, por eso tienen mucha clientela. Les piden un tapado, una frazada o un sombrero alado y ellas tejen hasta cuando hacen los mandados.
Entre los clientes tienen uno especial, el señor Ledesma. Lo conocieron una mañana de invierno que llegó a lo de las tejedoras a encargar una bufanda amarilla y antes que él apoyara su bicicleta en el árbol ya se la habían terminado.
– ¡Caramba, con qué rapidez hacen una bufanda! -dijo sorprendido el señor Ledesma. Desde ese día, todas las mañanas llegaba con su bicicleta, tocaba una campanita y llamaba:
– ¡Eulalia, Flavia, Torcuato, vengo por una bufanda!
A las hermanas Pascualini las intrigó la actitud de Ledesma y, mientras una manejaba con pericia la aguja derecha y la otra con destreza la aguja izquierda, Eulalia expresó una idea que Flavia concluyó:
– Para qué quiere tantas…
– bufandas
– si tiene un solo…
– cuello
– ¿Dónde las guarda o
–…las expone?
– ¡Tal vez es un…
– coleccionista de bufandas!
Hasta que un día, después de la bufanda 313, decidieron saber qué sucedía.
– Torcuato dejá de jugar con…
– el ratoncito Ñato.
– Preparate que esta noche…
– salimos a ver qué hace el señor Ledesma.
Torcuato por los techos y ellas en patineta persiguieron a Ledesma que salió en su bicicleta con la bufanda azul con rayas grises que le habían hecho esa mañana. Anduvieron muchas cuadras hasta llegar a un portón donde un hombre dormía en la vereda. Ledesma lanzó su bufanda que giró en el aire y se enroscó en el cuello del anciano.
– ¡Oh, el señor Ledesma es un amaestrador…
– de bufandas!
– ¡Expertas en detectar…
– desamparados!
– ¡El señor Ledesma es un especialista…
– en dar calor al mundo!
– ¡Un abrazador…
– de cuellos fríos!
Tan impactadas quedaron Flavia y Eulalia que esa noche tejieron la bufanda multicolor más larga del mundo, cien cuadras dicen algunos, ¡otros opinan que mil! Torcuato y el ratón Ñato ayudaron con los bigotes, las colas y las patas.
Temprano, cuando Ledesma llegó a encargar una nueva bufanda, se encontró con Torcuato que de un salto se subió al manubrio y le entregó dobladita y con moño la Bufanda Humanitaria. Eulalia y Flavia lo saludaron desde la ventana, estaban felices porque sabían que desde ese día el mundo iba a estar más abrigadito.
Maravilloso cuento. Ana Gracia, Sandra Luz y yo estamos haciendo un bonito proyecto sobre él. Tejemos bufandas multicolores con nuestros niños, a través de actividades bonitas y estimulantes. Es un proyecto en el que puede participar cualquiera, mandando sus ideas o experiencias. Nosotras las incluimos y le vamos haciendo cada vez más grande y enriquecedor. En CUADERNO DE COLORES puedes verlo todo.Puedes participar en él cuando quieras. Te agradezco mucho la publicación del cuento. Un beso enorme.
ResponderEliminarEs un cuento precioso. Nosotros lo estamos trabajando en clase y les encanta. Buen finde.
ResponderEliminar¡Me ha encantado el cuento! Cuando leo, siempre voy subrayando frases que me gustan y después las anoto en mi libreta de "inutilidades! :D :D En este cuento, me ha encantado (y ya la tengo anotada) la frase genial: "Para qué quiere tantas bufandas si tiene un solo cuello..." Para reflexionar sobre lo que tenemos y lo que de verdad necesitamos y lo que deberíamos compartir. ¡Felicidades a Ana Gracia por el cuento!
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