Extraído de www.abc.es
Laura Peraita
28/02/2013
Al margen del intenso e interminable debate
sobre el buen o mal funcionamiento de nuestro sistema educativo, lo
cierto es que el profesor es el que entra cada día en el aula y mira de
frente a sus alumnos para transmitirles una serie de conocimientos. No
debería ponerse en duda que la formación y capacidad de estos
profesionales es la adecuada. Pero, ¿por qué hay profesores que captan más la atención de los alumnos que otros y facilitan el aprendizaje?
Hay una
cuestión muy obvia: una asignatura la hace o no interesante el profesor.
«Lo mismo nos ocurre a los adultos en un auditorio, bostezaremos más o
menos, según sea el ponente —asegura Josep Manel Marrasé, subdirector y
profesor de matemáticas de la escuela Hamelin-Internacional Laie, y autor del libro «La alegría de educar—. El profesor que no domina una clase no es porque no se sepa bien la asignatura que imparte, sino porque no establece una conexión emocional con su alumnado».
Matiza, aún así, que reconoce que un profesor que imparte clases a
alumnos de familias de clase media-alta, tendrá menos dificultades que
el que imparte su asignatura a hijos de familias desestructuradas o con
dificultades económicas.
En su opinión, los docentes deben
solucionar el problema anímico de los estudiantes, animarles a seguir
adelante, a que se superen y, para ello, es necesario que descubran el talento de cada uno y
saber guiarlo a través de las emociones. «Necesitan abrirles
horizontes, despertar su ilusión y las ganas de saber. Si solo nos
ceñimos a dar una materia, no funcionará. Por ello, el profesor debe
mantener un equilibrio entre la parte técnica de la asignatura que
imparte y la parte emocional».
Pero, ¿cómo lo puede conseguir?
Según este profesor hay una serie de consejos tan universales como urgentes:
—Conocer al alumno de manera individual.
Hacer que cada uno se sienta protagonista y que piense «yo para él soy
importante», al margen de que sea más o menos, listo, vago,
trabajador...
—Que se forme en psicología y lea mucho sobre estos temas.
—Que piense en sus alumnos y que se haga una fotografía clara de cada grupo.
No es lo mismo impartir una asignatura en 4ºA que en 4ºB, cada clase
tiene sus propias características, virtudes y dificultades. Debe
adaptarse a cada grupo y conectar con ellos a través de las emociones.
—Preocuparse por el alumnado, no solo por impartirle unos contenidos, lo que supone tiempo y dedicación.
—Tiene que ser creativo y contar con material propio que se ajuste a la mentalidad de sus estudiantes.
—Plantear retos constantemente para que los alumnos estén continuamente motivados.
—Ser coherentes en aspectos tan básicos como que si se les exige puntualidad a los alumnos, el profesor no puede retrasarse al comenzar cada sesión.
—Y, por último, pero no menos importante, vertirlo todo de ética, porque los alumnos necesitan buenos ejemplos y modelos a seguir.
Según Josep Manel Marrasé, en las
facultades de Magisterio se debería hacer mucho hincapié en la necesidad
de que los profesionales de la docencia trabajen más las emociones y
los aspectos anteriomente enumerados. «Con alumnos motivados, el
aprendizaje es mucho más sencillo».
Con alumnos motivados el APRENDIZAJE es mucho mas intenso.
ResponderEliminarGenial el comentario.
Un profesor, una maestra, una educadora ... cambia el mundo de un niño, de una niña. Este niño, niña crecerá y sabrá como CAMBIAR el mundo que la rodea.
ESCUELA = Fábrica de Líderes, Laboratorio del Éxito.
ENHORABUENA, María.
¡ que pedazo de BLOG !
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