En estos últimos días de verano tan, tan calurosos, lo mejor que se me ocurre hacer es ir a dar un paseo, pero por Internet: ¡la cantidad de cosas que están a nuestro alcance con solo hacer un click!
Y navegando, navegando me topé con una idea bastante original
: cambiar la presentación del plato para aquellos niños que se nieguen rotundamente a comer. ¿Y cómo cambiarla? Aquí vemos unos ejemplos curiosísimos:
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Hamburguesa gatuna acompañada de papas, pepino y tomate |
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Tostada vegetal |
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Bocadillo al son de las olas |
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Sándwich de jamón muy risueño |
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Perfil humano con pelo-zanahoria |
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Pizza-persona |
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Sarantontón vegetal |
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Pizza perruna |
Comemos con los ojos. Si nos pusieran delante un plátano de color azul, a una buena parte ni se le ocurriría probarlo, en cambio si tiene un color amarillo vivo, tardaríamos menos de un segundo en darle un bocado.
Y esto es lo que se pretende conseguir en los niños con esta idea alternativa: que a sus ojos les agrade el plato que se les pone delante transformándolo en aquello que le guste o le llame la atención. Sabemos sobradamente que
el aspecto que la comida tenga influye en nuestra predisposición a probarla o no, por tanto, en vez de regañar mil y un días al niño, recordándole millones de veces que tiene que comer,
probemos con sorprenderle cada día creando un plato para cuyos ojitos sea irresistible y tentador, aunque ello requiere una pizca de
paciencia y
tiempo y, sobre todo,
muchos kilos de imaginación, ¡pero de eso nos sobra a todos!
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