Es cierto que la vida a veces cansa. Cansa, nos apaga y oculta en algún lugar muy profundo la ilusión que algún día sentimos. ¿Pero la vida no consistía en hacer todo lo posible por ser feliz?
De vez en cuando, durante mi etapa de formación, la vida me pone a prueba escuchando decir a los encargados de la tarea más bonita del mundo, educar, (y que nadie lo ponga en duda), que están cansados. Cansados. ¡Ay, qué palabra! - pienso... Y me recorre un escalofrío de arriba a abajo. Me asaltan preguntas como...
¿diré algún día lo mismo?
¿cuánto tardaré en cansarme?
¿tardaré poco?
¿habré elegido la carrera y profesión correcta?
Y entonces, como por arte de magia, mi conciencia optimista hace acto de presencia y me hace la pregunta estrella, casi enfadada:
¡Pero María...! ¿tú llegarás a cansarte?
Y me imagino a mi yo docente cansado. Y con ello, un aula cansada. Unos niños cansados. Unos juegos cansados. Unas canciones cantadas cansadas. Unas manualidades cansadas. Unos cuentos cansados. Un trabajo cansado que acabará en la más aburrida monotonía. ¡Qué horror!
Y pienso en el pasado, cuando hace tres años decidí que la educación sería mi lugar de residencia laboral fijo, o al menos ese iba a ser (y es) mi objetivo, mi meta. Y pienso en lo vivido en mis tiempos de prácticas. Y pienso en los momentos que he pasado rodeada de niños. Entonces me pongo seria, me miro al espejo y mirándome a los ojos me hago la otra pregunta estrella:
María, ¿realmente vas a permitirte a tí misma ser una docente cansada?
¿tener un aula cansada?
¿transmitir cansancio a los niños, en lugar de ilusión y alegría?
Me vuelvo a imaginar a mi yo docente cansado. ¡Qué horror, otra vez! Y entonces sucede algo mágico. Automáticamente, cierro los ojos y me tatúo en la mente la siguiente afirmación:
Jamás me permitiré ser una profe cansada y aburrida.
Voy a ser siempre una profe activa y creativa.
No es una promesa, ni un objetivo, ni una meta. Para mí va ser una realidad, y así me he convencido. No pienso permitir nunca en todo mi camino como maestra (que ni siquiera ha comenzado) que el cansancio se apodere de mí, pase lo que pase, vengan las circunstancias que vengan. No pienso dejar de alimentar la ilusión de los pequeños al llegar al cole. No pienso entrar a ningún aula, día tras día, aburrida. Me niego. ¡Y pobre de mí como no me haga caso!
He llegado a una conclusión: a mí lo que me va a cansar es escucharles decir que están cansados. ¿Por qué sigues en esta profesión si estás cansado y no eres capaz de ver lo maravilloso de este mundo educativo? ¿Por el sueldo a fin de mes? Perdone usted, pero tiene peores consecuencias educar desde una actitud cansada y aburrida que cambiar de trabajo y hacer tambalear un poquito su hasta ahora estable economía. No sea egoísta, piense en los niños que están sufriendo lo que hoy voy a bautizar como pedagogía del docente cansado.
Animo a todo aquel que quiera (estudiantes, maestros) que se haya introducido en este mundo a que, si realmente está apasionado con esto, se tatúe en la mente la anterior afirmación y haga de ella una realidad aun cuando tengamos luchas internas con nosotros mismos en los momentos de flaqueza.
Como diría Ken Robinson, la pasión que sientes por la educación siempre te ayudará a salir airoso, ganador, y probablemente con más ganas y motivación interna para seguir construyendo un camino educativo nuevo y diferente cada día con tus alumnos.
Hazlo por tí. Hazlo por ellos.
Hola María:
ResponderEliminarYo soy profe de infantil. Me considero (consideran) muy activa y creativa. Me apasiona mi profesión y no sabría hacer otra cosa. Me gustan los niños, aprender cosas nuevas, las TICs, los proyectos, trabajar en equipo... Y, lo confieso: a veces me canso. Pero me niego a equiparar cansancio con aburrimiento.
Tambien las maestras tenemos nuestros límites. Otra cosa es que llevemos nuestro cansancio al aula.
Supongo que es fácil hablar desde fuera, sin vivir las jornadas (5 horas lectivas + pausa de 1 hora para comer+ 2 horas de coordinación/claustro+ 1 hora de tutoría con padres) que se dan en los coles con 26 enanos en el aula.
Afortunadamente no todos los días son así y nos permiten disfrutar en cuerpo y alma de la gran responsabilidad que conlleva nuestra vocación.
Supongo que el tiempo te irá enseñando que cansarse no es malo. Se descansa y ya está
Es normal que a veces estemos cansadas pero lo importante es conseguir que ese "cansancio" no nos lo noten en clae :) Un beso.
ResponderEliminarEnhorabuena a la autora de la entrada del blog. Soy padre y también educador, y lo que resulta sorprendente y preocupante, no es la crítica que se hace al artículo, sino que da la impresión que no se ha COMPRENDIDO lo que se quiere transmitir.
ResponderEliminarAún cuando no seas docente en activo, o lo seas en formación, sería muy feliz de poner mis hijos/as en manos de alguien que tiene una actitud como la autora. Evidentemente, esa es la diferencia entre la VOCACIÓN y la SIMPLE Profesión de educador.
Las maestras/os también somos seres humanos y como tales tenemos emociones, problemas personales o de salud.... etc.. que pueden afectarnos en nuestro trabajo dentro del aula. Lo importante es saber desconectar y dar el 100% siempre y cuando nuestros animos o cuerpo están bajo mínimos esperar a que se "cure" con paciencia y sin implicar a los peques. Un docente que está cansado desde mi punto de vista es un docente que está "quemado", cada centro y cada aula es un mundo, lo importante es que cada uno encuentre su lugar donde estar a gusto. Esta es mi modesta opinión desde mi experiencia.
ResponderEliminarCuando acabé mi formación pensaba como tú, es más si lees mi memoria de prácticas puedes leer que es uno de los aspectos que critico.
ResponderEliminarPero sinceramente a veces no cansarse es un tanto complicado: ratios grandes, desprestigio por parte de las administraciones educativas a esta etapa, a veces hay que unirle problemas en la vida de la comunidad educativa, mala organización y gestión por parte del equipo de dirección, reducción de personal en los centros, etc. etc. A parte de eso hay que unir otros problemas personales (enfermedades,...). Si empiezas a sumar llega un momento en que te cansas.
Comprendo el cansancio, la sensación de verse un día saturada, ... pero no comprendo que todo ese cúmulo de circunstancias se lleven al aula día tras otro y se paguen con los niños.
Gracias por compartir, es de estas reflexiones que viene bien pensar de vez en cuando. Besos.
Muchísimas gracias por enriquecer el post con sus comentarios. Solo me gustaría aclarar que estas palabras van dirigidas a ese cansancio ''crónico'', constante, diario y casi eterno que sienten algunos docentes que ejercen con respecto a su profesión y lo expresan con frases tipo ''estoy cansado de ser profesor'' durante meses y años y lo transmiten desgraciadamente en su modo de hacer en el aula, y no al cansancio como estado físico-mental temporal y lógico en cualquier ser humano.
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